jueves, 20 de diciembre de 2012

Los Mayas en familia


El próximo viernes, usted apagará el despertador murmurando entre dientes algo confuso e inofensivo, pero lo suficientemente embarazoso como para no ser reproducido aquí; se aseará, se vestirá, desayunará a toda prisa mientras oye con fastidio el pitido de las señales horarias, se pondrá el abrigo –tenga por cuenta que el 21 de diciembre, aunque se acabe el mundo, hará el suficiente frío como para que no escatime usted en prendas de abrigo y el Apocalipsis no le pille con un gabán de entretiempo- y saldrá por la puerta con la premura de quien lleva el reloj atrasado, además del sueño y las facturas. Sonreirá, eso sí, probablemente no mucho, pero sin duda algo más que el martes, porque los martes son siempre días tristes regidos por un dios insoportable, y celebrará el principio del fin –del fin de semana, claro- tarareando bajito esa canción que de pronto suena en la radio de camino al trabajo.
                La jornada irá transcurriendo sin mayores contratiempos y quizá a media mañana, su compañera haga alguna broma a cerca de la caducidad del mundo y la profecía Maya, y usted recuerde de pronto que ése es el día en que todo se acaba, aunque no vuelva a darle importancia al final de los tiempos hasta pasadas las siete, cuando de vuelta a casa escuche en alguna de esas tertulias radiofónicas, hacer chanza al respecto a algún tertuliano condescendiente y capcioso, encantado de haberse conocido. Después hola qué tal, si le espera alguien en casa; y la cena y la tele o si hay suerte el amor y entre las sábanas, a salvo ya de pronósticos apocalípticos, pulsará el interruptor de la luz de la mesilla y todo será oscuro.
                ¿Que mañana se hará la luz? Pues muy probablemente; pero mientras tanto, los Mayas y el recuerdo del amor –si ha habido fortuna- en la noche sombría. Al menos hasta que la luz se haga y alguien venga a refundar el mundo.        
                Y es que los Mayas no eran tontos. Quiero decir que, últimamente, se está hablando mucho a cerca de las siete profecías Mayas, sobre todo de ésa que parece señalar que el próximo viernes, el veintiuno de diciembre del año 2012, el mundo se acabará, pero la verdad es que los Mayas no decían las cosas por decir. No me interpreten mal, evidentemente no estoy diciendo que el próximo viernes el cielo y la tierra se abran a nuestros pies y de pronto el Armagedón y de pronto el Apocalipsis y de pronto una película de Spielberg pero de verdad, de esas en las que tú eres el protagonista; una peli de verdad, de esas en las que todo, pero todo absolutamente, incluida tú y lo que te circunda, se va a la mierda. Incluso todo aquello que seas capaz de imaginar, o recordar, o qué se yo. De pronto el Big Crunch y el The end de todas las cosas de este mundo, mismo mundo incluido. Pero no. No se hagan ilusiones.
                El Gran Colapso no llegará –seguramente- antes de la Navidad, y al día 21 de diciembre del año 2012 le sucederá casi seguro el día 22 del mismo mes y año, fecha en la que muy probablemente vuelva a no tocarle la lotería, tan sólo la devolución de lo jugado en ésa participación que le compró a su jefe por compromiso y que ahora le da vergüenza cobrar, porque son tan sólo seis euros, de los que uno dona a la Cofradía ésa a la que él pertenece y que a usted le resulta más que antipática. No quiero yo robarle las ilusiones del fin de la tierra, ésa es la verdad, pero muy probablemente, al 22 le sucederá el 23, predicción mediante, y a éste el 24, fecha en la que el Armagedón predicho por el pueblo mesoamericano no le librará tampoco –una lástima- de tener que lidiar a un tiempo con su madre y su cuñado, todos juntos a la mesa y bien revueltos, mientras trincha el pavo y piensa que ojalá los Mayas y Spielberg y la noche. Mientras mastica un polvorón pastoso y musita para sí que ojalá el amor entre las sábanas.
                Asúmalo. Las predicciones Mayas no van a llegar a tiempo. Habrá retrasos y cancelaciones, como en las compañías aéreas y los viajes transoceánicos, y no vendrá nadie a devolvernos el pasaje, las esperanzas puestas en el fin de los días. Si la curiosidad nos mueve y tenemos cuenta en twitter, preguntaremos a la NASA, como otras 5000 personas que en las últimas semanas les han consultado sobre el asunto, el de las predicciones Mayas sobre el fin del mundo, y la NASA nos responderá con un brevísimo mensaje tipo, asegurando que se trata de una mala interpretación de su calendario, y que los Mayas hablaban más bien de un cambio de ciclo. 
                La respuesta tal vez nos calme un poco, pero los días se sucederán tercos sin que nada ocurra, más allá de las luces ostentosas que preñan la ciudad de espejismos nocturnos, que seguirán encendidas después del día 21. La predicción maya no remediará tampoco el talante rancio, posguerril y beato de este ayuntamiento nuestro, que desarrolla un programa para estas fechas bajo el título “El espíritu de la Navidad en familia” (en realidad dirigido, básicamente a la infancia) y que depende –agárrense- de la Concejalía de la Mujer, porque como todo el mundo sabe, la mujer ha de estar vinculada a la familia de manera indisoluble, ya que su meta en la vida es ser una adorable esposa y madre, además de santa y virgen y celosa de su casa y de los suyos. Y es justo por eso que necesitamos una Concejalía de la mujer, claro, no para empoderarla, no para librarla de la losa social  familia-matrimonio-hijos-hogar-ninguneo-asesinato-cositasdeellas, no. Necesitamos una Concejalía de la Mujer para seguir reforzando con dinero público, esos roles sexistas, conservadores y mentecatos, mientras lo disfrazamos todo de “bonito” y “adorable” con casitas de luz y color. Bueno, para eso, y para echar de menos a los Mayas. Eso también.

(Artículo publicado el 16/12/12 en El Norte de Castilla, edición Palencia)

El soundtrack, no podía ser otro: 

lunes, 10 de diciembre de 2012

TENGO UN PLAN

Ayer por la noche yo no tenía ninguno. Ningún plan, me refiero. La tele estaba puesta de fondo, porque ya habíamos visto lo que queríamos ver y porque el ruido no siempre se hace a sí mismo, y de pronto aparecíó este anuncio de la marca de ropa Desigual:
Vaya por delante, que nunca me ha gustado la ropa de esa marca pero, independientemente de eso, el spot suscitó en mí una reacción de rechazo. Comentándolo con Z, y analizándolo después, llegue a algunas conclusiones:
El spot plantea como protagonista a una mujer segura de sí misma, independiente económicamente y agresiva sexualmente. De hecho, muchas de las críticas que ha recibido van en la línea de que el anuncio da una imagen de una mujer independiente sexualmente, y, por tanto, "zorra", "puta", y todas esas cosas que la sociedad dice -con intención de maldecir- de las sujetas que deciden lo que hacen con su cuerpo. Pero, aunque aparentemente pudiera parecer que esta chica es "sujeto activo" en la relación que proyecta en la narración-discurso del spot, nada más lejos de la realidad. 
El hombre con el que quiere acostarse -y para el que se viste, se desviste, se mueve y se muestra- es su jefe, por lo que está, por un lado, en un estrato superior en la jerarquía de la empresa -y por tanto en la jerarquía económica, organizativa, etc.-. 
-Por otro lado, y aunque pudiera parecer que el que es "objetualizado" es el hombre (que no aparece pero está tan presente que es sobre quien se articula todo el spot), lo cierto es que, en esencia, el anuncio consiste en una mujer buenorra -heteronormativamente hablando, claro, según los cánones más mainstream de belleza femenina-, deviniendo objeto que es consumido por el espectador, lo que hace, en realidad, que el anuncio se lea como: mujer blanca heterosexual de clase burguesa mostrándose ante el espectador -utilizando la pantalla a modo ventana (y no espejo, como parece desde un punto de vista narrativo) a través de la que es mirada, deviniendo en objeto, pasivo, etc, siendo, por tanto, un anuncio que, tras su apariencia "feminista", destila sexismo y heteropatriarcado a raudales, y confunde "feminismo", con aspiraciones de una hetero blanca, occidental y burguesa -muy a lo revista Cosmopolitan- y toda esa mierda que nos vendieron como "feminismo" en los '90 y que, por desgracia, es lo que la mayoría sigue creyendo.

Pero esta marca no se conforma con un anuncio. Vean:

En este caso, la mujer que se pretende mostrar es una mujer desinhibida, fresca, dinámica, aventurera, viajera e independiente, además de, también, sexualmente agresiva -como la anterior-. Pero lo cierto es que el anuncio se convierte -otra vez- en una mujer objetualizada que se desnuda, se mueve y se muestra para el espectador (además, ella no es consciente de que está siendo observada), por mucho que la voz en off quiera convencernos de lo contrario, y tan estúpida y superficial -en el sentido de manejable, claro, todo el mundo tiene derecho a ser superficial- como el patriarcado espera que sean las mujeres. La tipa dice estar harta de la crisis -lxs demás no, a lxs demás nos gusta- y se va a tomar un año sabático -porque su culito blanco, hetero y burgués puede, claro-. En el spot, se plantea, además, una visión profundamente superficial, confundiendo "vida salvaje" con viajecito exótico de burguesita mona que juega a hacerse la excéntrica, y resulta, de nuevo, tan odioso, tan capitalista, tan patriarcal y tan burgués, como el anuncio anterior. En este caso, la aparición al final del supuesto novio de la chica (aparentemente sumiso, obediente, complaciente, etc.), pudiera otra vez, confundirnos, pero lo cierto es que ella plantea su viaje, también, en función de los hombres.

Y como lxs publicistas de Desigual querían... bueno, no sé qué demonios querían, pero el caso es que hicieron un tercer spot, que yo he reservado para el final:

La verdad es que este spot es el que menos se ha visto/comentado/visionado -hasta estas cotas llega la invisibilidad lésbica-, pero de verdad, ¿era necesario hacerlo así?. De nuevo una mujer buenorra, blanca y heterosexual -sí, has leído bien, heterosexual-, que se "redime" de su heterosexualidad -cosa que le honra- y se lía con... con... sí, con una brasileña. ¿Puede ser más tópico? Pues sí, puede. Veamos cómo:
La novia brasileña, en cuestión, quiere ser representada como la "masculina" de la relación (dando por hecho que en toda relación lésbica se reproducen los roles hetero), pero como la masculinidad femenina es material inflamable en esta sociedad nuestra, se elige a una modelo, igual de femenina que la primera, sólo que con el pelo corto, como si la feminidad o la masculinidad se construyeran en función de la largura del pelo. Además, si bien es cierto que se hace referencia a una relación lésbica, ésta aparece recreada -de un modo muy sutil- para uso y disfrute, no del público lésbico (posible comprador de Desigual, por cierto) sino del público masculino heterosexual, tirando de fantasías clásicas heterocentristas. Sin embargo, la relación no se explicita a través del monólogo interior pues, a diferencia de los otros dos spots, donde las mujeres dicen literalmente "tirarse" o "acostarse" con hombres, en este caso, cualquier palabra que aluda directamente al sexo desaparece, y en su defecto se alude a "mimitos", "rascamientos de espalda" y "desayunos en la cama", lanzando dos mensajes venenosos: el de que para que haya sexo ha de haber por fuerza un bio pene (¿hay mayor paradigma patriarcal que éste?) y el de que las lesbianas no follan (claro, no hay bio pene), sólo se abrazan muy fuerte. 

En realidad, los tres anuncios son el mismo anuncio: una mujer joven (las mujeres mayores no existen, la vejez femenina no es compatible con la publicidad patriarcal) que proyecta un espejismo de independencia, una falsa ilusión de empoderamiento lanzada en voz en off, mientras sigue siendo objetualizada por quien mira sin que ella lo sepa (la cámara-ventana a través de la que miramos es para ella un espejo), planteando además, como paradigma femenino, la mujer joven, blanca, burguesa y hetero (o pseudo hetero) y dentro de los cánones de belleza que el patriarcado quiere para ella. Una mujer tipo, una mujer paradigma, que articula un sistema simbólico con elx espectadorx que se instala en la categoría -estanca- de "lo que tiene que ser una mujer", identificando la categoría simbólica y fija "mujer" con la marca, y permitiéndose apenas pequeñas variables -casi imperceptibles- que diversifiquen de un modo superficial y por tanto amplíen el abanico de compradorxs potenciales de sus productos.

No sé vosotrxs, pero yo ya tengo un plan. Es este. Suena bien. De hecho, suena muy bien. Y no es bonito. 

domingo, 25 de noviembre de 2012

EL MANIFIESTO DESASTRE

Esta mañana he decidido asistir a una contra-manifestación que se realizaba en Palencia, con motivo del día contra la violencia machista, 25N. La manifestación oficial, secundada por las cuatro instituciones (el PP gobernando en todas ellas) y otros colectivos de dudoso feminismo, como asociaciones de viudas cristianas y something like this, defendía un manifiesto que no he podido encontrar en red y, por lo tanto, no puedo reproducir aquí, pero como os podéis imaginar, un manifiesto que yo jamás suscribiría (teniendo en cuenta leyes del aborto, precariedad, recortes de derechos sociales, ley de dependencia, etc.). 
Por su parte, la oposición política (PSOE e IU) , junto con otros colectivos que conforman la Plataforma por los derechos de las mujeres -Amnistía Internacional, Cátedra de género, etc.- se desmarcaron de dicho acto institucional y en realidad, retrógrado y nada feminista, para montar su propio acto, al que yo he asistido esta mañana.  
El acto, acompañado por un poético acto performativo inspirado en un acting cuyo nombre ahora no recuerdo, ha sido sellado con la lectura de un manifiesto. Un manifiesto que me ha llevado a escribir esta entrada, entrada que, en realidad, debería empezar así:

Queridxs niñxs: no escribáis manifiestos. De verdad, dejadlo. Ya lo hicieron Marinetti, Bretón y Tristan Tzara. Y es suficiente.

Resumiendo. No puedo suscribir ese manifiesto, que podéis leer aquí, por varios motivos, pero fundamentalmente por lo que le falta y, sobre todo, por lo que le sobra. 

Y para su lectura, la playlist del Manifiesto desastre. que podéis escuchar mientras leéis, o al revés:


QUÉ NO HAY

En el manifiesto alternativo no hay ni una sola alusión a la violencia machista en relación a las personas migrantes, ilegales, con diversidad funcional, personas de otras etnias, religiones etc., que sufren de un modo mucho más intenso y silenciado la violencia machista y otro tipo de violencias que entroncan directamente con ésta, no sólo por parte de sus agresorxs, sino también por parte de las instituciones y del grueso de la sociedad. 
No hay ni rastro tampoco en ese manifiesto de denuncia o condena hacia otras formas de violencia machista, como la lesbofobia, la bifobia o la transfobia, violencia que muchas personas de esos y otros colectivos sufrimos casi a diario, y que no se traducen necesariamente en insultos ni vejaciones, sino que pasan, la mayoría de las veces, por silenciar nuestra voz -como mismamente hace este manifiesto- e invisibilizarnos por completo. 
Tampoco hay rastro en el manifiesto de alusión alguna a la violencia machista o estructural entre personas que forman parejas del mismo sexo, a pesar de la absoluta indefensión que, a nivel legal, tenemos las personas del colectivo LGTBQI en relación a la violencia doméstica, puesto que, en nuestro caso, ni siquiera es considerada como tal.
Ni rastro tampoco de reflexiones a cerca de los mecanismos de poder que extiende el machismo en la sociedad y sobre los que se estructura; ni rastro de la dominación por parte del hombre de los espacios públicos; ni rastro de una reflexión sobre los micromachismos, el mito del amor romántico, o simplemente los manidos y peligrosos estereotipos de género, elementos que nutren al machismo desde lo más cotidiano e imperceptible. Ni rastro de una mirada crítica a la hegemonía de la familia tradicional, heteropatriarcal, como modelo de perpetuación de una ideología falocéntrica, heterócrata, blanca, capitalista y misógina. 
Ni rastro.

QUÉ HAY

Hay, claro, una crítica al modo inquisitorial con el que los hombres blancos heterosexuales y burgueses, como Gallardón, siguen legislando -y por tanto decidiendo- sobre los cuerpos de las mujeres (por ejemplo, en relación al aborto) pero el manifiesto se olvida de denunciar ese mismo sometimiento para todo cuerpo no hegemónico. Es decir, las instituciones detentan la potestad de legislar no sólo sobre los cuerpos femeninos -violencia obstétrica-, sino también sobre otros cuerpos disidentes -intersexuales, transexuales, cuerpos no normativos, cuerpos con diversidad funcional, etc.-, bien a través de la patologización, bien a través de la legislación o de ambas, funcionando como verdaderos mecanismos de control que el Estado proyecta sobre las disidencias.

En el manifiesto, hay datos, cifras, estadísticas y porcentajes sobre mujeres asesinadas a manos de sus parejas masculinas y datos sobre los recortes -incuestionables, vergonzosos, sí, claro está- que este Gobierno está llevando a cabo y que se están cebando, como era de esperar, con los sectores más desprotegidos de esta sociedad capitalista y por tanto machista y por tanto heteropatriarcal nuestra. 

En el manifiesto se confunde de manera escandalosa, la prostitución con la trata de blancas, como si fuesen la misma cosa. Como si la mujer no tuviese suficiente potestad sobre su cuerpo como para tomar la decisión de explotarlo económicamente de modo autónomo siempre que quiera y con quien quiera. Como si el peso de la religión católica y el cuerpo como fuente de pecado en vez de de placer, siguiera marcando la hoja de ruta de algunos movimientos que se hacen llamar "feministas". No voy a suscribir jamás un manifiesto basado en un feminismo abolicionista que infantilice y deslegitime a lxs trabajadorxs sexuales despojándolxs, igual que hace el patriarcado, de derechos, de libertades, de capacidad de decisión y de voz. Sobre todo de voz. Lo dice Bea Espejo en su ensayo Manifiesto puta (sí, lo sé, otro manifiesto): han hecho más por mí muchos clientes que algunas feministas. Y ya es triste. 

En el manifiesto se condenan, además, las prácticas sexuales basadas en la dominación, negando mi derecho a decidir ser, voluntariamente, dominadx por mi pareja o parejas sexuales, sean éstas de los géneros que sean, confundiendo así prácticas sexuales SM (SadoMaso) basadas en un contrato libre entre dos o más partes, con la instrumentalización o dominación forzosa a la que el patriarcado somete. Como si no tuviéramos derecho a ponernos cachondxs con lo que nos dé la gana. 

No se puede confundir prostitución con trata de blancas, del mismo modo que no se puede confundir sexo SM con violación o dominación sexual forzosa. Hacerlo no sólo confunde a personas libres con víctimas y/o verdugxs, sino que desdibuja el panorama real y sigue, sobre todo sigue, hablando por voz de lxs que nunca están, de lxs que nunca son preguntadxs, de lxs que siempre son y siguen siendo, en definitiva, silenciadxs. Como si interesara más instrumentalizarlos que proporcionarlos instrumentos de autonomía. 

Hay también un asunto, en este aspecto, de estereotipación de la violación, como si la sociedad -patriarcal, recordad- dictara a las víctimas lo que tienen que sentir, para perpetuarlas en el victimismo y forzarlas a asumir una serie de emociones como propias. En este sentido, recomiendo la lectura de Teoría de King Kong, de Virginie Despentes.  

Además, el manifiesto promueve una educación afectivo sexual distinta para ellos que para ellas, afirmando, por una lado, la existencia de sólo 2 géneros -por lo que las personas intersexuales, transexuales, transgénero y queer, no estamos representadas- y por otro lado, llega a pedir que a ellas se les inculque el conocimiento del propio cuerpo y la libertad de su uso, y  a ellos la responsabilidad en la sexualidad compartida, manteniendo ya diferencias entre ambos y, por tanto, fomentándolas. Como si conocer el propio cuerpo, usarlo en libertad y ser responsable sexualmente no fuese universal y extensible para todas las personas, sean del género o géneros que sean.

Y POR ÚLTIMO

Si mi verbo es violento con muchos aspectos de este manifiesto, es porque considero que puedo exigir más a quienes están -o se supone que están- en sintonía conmigo. No voy a enfadarme con el foro de la familia, ni con las viudas católicas que suscriban el manifiesto institucional auspiciado por las instituciones. Sé como son, sé lo que dicen y en ningún momento insinuaron siquiera que sus palabras fueran a darme voz. Pero sí tengo -creo- derecho a exigir de quienes se dicen defensores de las libertades, que contemplen todas ellas, que contemplen lo diverso, lo múltiple y lo invisible.

El foro de la familia no me desilusionará jamás, ni el PP, ni Gallardón. No he confiado en ellos. No los he dado mi voto, ni mi apoyo, ni mi tiempo. Pero sí lo hacen quienes supuestamente promueven libertades y sólo visibilizan algunas. Sí lo hacen quienes quieren acabar sólo con aquellos yugos que les aprietan a ellxs y quienes utilizan un manifiesto contra el machismo -porque decir violencia machista es en realidad un pleonasmo- más para criticar a Gallardón que para dar voz a quienes nunca tienen voz alguna en ninguna parte.

Porque al final, como bien me decía Z esta mañana, creo que la única diferencia entre el manifiesto oficial y el contra manifiesto es que en uno no se critica a Gallardón y en otro sí. 

Yo a Gallardón no voy a pedirle peras (ni siquiera me engañó cuando para muchxs era un lobo con piel de cordero), pero a IU -a quien he dado mi voto y en cuyo programa sí se contemplan muchas de las cuestiones que refiero anteriormente- y al resto de los colectivos, sí; porque si, por ejemplo, la Cátedra de Género se llega todavía por el feminismo de la diferencia de los años '70, apaga y vámonos. Claro que, igual, esta mañana debería haberme quedado en casa, con lo que llovía, deseándole vía twitter muerte y destrucción al heteropatriarcado y recordando aquel gran micropoema de Ajo
Perdona por pedirte peras, no sabía que eras un olmo. 
Pues eso. El manifiesto desastre, un desastre manifiesto.


domingo, 18 de noviembre de 2012

MI PIE IZQUIERDO

Magritte feat. Gloria Celaya

Las prisas no son buenas consejeras. O al menos eso es lo que dice nuestro refranero. Claro que, igual, tampoco es que a nuestro refranero haya que hacerle mucho caso, sobre todo porque ni él mismo se aclara. Ah, ¿Qué no me cree? Bien. Está en su derecho. Pero hágame un favor: mientras usted descree de mis palabras, trate de explicarle a una oriunda de, pongamos por caso, Kioto,  cómo es eso de que a quien madruga Dios le ayuda, si resulta que no por mucho madrugar amanece más temprano. Inténtelo y cuando vea que esa persona –o cualquier otra desconocedora de los ritmos sincopados que se gasta nuestro vastísimo, y riquísimo refranero popular-, se aleja cada vez más y más de la posibilidad de comprender o combinar tales opuestos, volverá y me dirá que sí, que es verdad, que tenía yo razón, y aceptará sin temor a equivocarse que la riqueza de nuestro refranero español llega hasta el punto de contradecirse a sí mismo, construyendo una gran paradoja idiosincrática en la que, precisamente, estamos inmersos y de la que, precisamente, formamos parte.
                Y resulta que el otro día –un día de hace más de 15, para ser exactos- iba yo caminando por este Monte nuestro, lanzándole la pelota a mi perro como si yo fuese el centrocampista estrella de un equipo de fútbol que no fuera a morir y que, pongamos por caso, se hiciera llamar C.F. Palencia. Andaba yo en ésas, y mi perro, el día que os relato cuando, de pronto, algo hizo crac en mi pie izquierdo. Mi pie izquierdo es una película estupenda, lo sé, pero también es mi pie izquierdo de verdad, y duele. Del mismo modo, Cómo hacer crac es una canción estupenda de Nacho Vegas para Fundación Robo, pero también soy yo haciendo crac, y duele. ¿Ven lo que les decía? Otra vez a vueltas con las vueltas del lenguaje. Con los síes noes y los noes síes que se encierran dentro de cada palabra, agazadados, esperando el momento perfecto para salir ahí y hacerse metáfora a costa de tu desconcierto.
                Mi perro no se asustó y yo tampoco. Un crujido ausente de dolor, de consecuencias, de conatos de cualquier clase de fastidio no es, digamos, estrictamente un crujido, así que la pelota botó unas cuantas veces más y volvimos a casa. A las dos horas, mi pie izquierdo ya no era mi pie izquierdo, ni si quiera el título de una gran peli, sino un amasijo de carne inflamada del tamaño y la forma de una sandía. Y no, no era un esguince. Y no, no se había roto nada; pero el pie que una vez fue una película, el pie que una vez fuera mi pie, ahora no era más que un gran habón de carne desdibujado del que sobresalían cinco uñas recortadas a lo lejos. La realidad se transformaba, otra vez y, otra vez, las palabras corrían con los gastos.
                Mi cojera y el dolor agudo e irradiado del empeine de eso que un día fuera mi pie, no parecía tener intenciones de remitir, como si el sintagma “mi pie izquierdo” hubiera decidido instalarse de modo indefinido en ese significado, en el de “amasijo de chicha informe que duele que lo flipas”.
                Tendinitis de los flexores. Y que no me preocupe. Eso ha dicho mi fisio. Claro que, mientras lo decía, clavaba en mi pie y a lo largo de mi tibia, agujas de punción seca de seis centímetros de largo y mi dolor y yo veíamos a Dios, madrugar y no, ayudar y no, existir y no. Porque, les diré una cosa, ahora que no nos oye nadie: los fisioterapeutas, igual que los médicos, son un poco como nuestros refranes, y hay que andarse siempre atento al gazapo de la paradoja que se esconde bajo sus asépticos pijamas de pico azules y verdes y esos zuecos suyos de colores.
                Vuelvo a casa. No puedo conducir. Pisar el embrague hace que vea las estrellas en todos los sentidos posibles, el de estrellarme incluido. Tampoco puedo correr, obvio, y no puedo casi andar. Mi fisio me dice que reposo absoluto, y después que ella va a salir a correr. Evidentemente, ella no ha unido las frases, pero yo sí. Yo, en mi estatismo forzado, en mi inmovilismo absoluto, en mi estate ahí y no te menees, he desarrollado una especie de olfato para la paradoja, un instinto estático que hace que una, en mi mente, cosas como correr y estarse quieta; como madrugar y no ser, en absoluto, ayudado por Dios.
                En casa, en este asueto forzado, me siento un poco como un hikikomori. Ya saben, esos jóvenes japoneses que deciden no salir de casa y aislarse por tiempo indefinido en sus hogares, atrincherados en sus habitaciones, viendo pasar el mundo por sus pantallas de ordenador, sus revistas y sus comics. Por eso es, quizá, que me siento un poco como ellos. Aquí, en esta trinchera de inflamación pedestre que irradia dolor desde los puntos gatillo –eso fue lo que dijo Alba, mi fisio, puntos gatillo miofasciales, dijo- y yo pensé otra vez en John Wayne disparando al aire sobre su caballo, o en Lucky Luke haciendo bailar, puntos gatillo, en las puertas del Saloon a los hermanos Dalton.
                Por eso, ahora que el mundo pasa lento entre las cuatro paredes de mi convalecencia, pienso en refranes y sus opuestos. Pienso en las paradojas, en los significados y en los madrugones inútiles de Dios, y me siento como esa joven japonesa de Kioto, incapaz de entender esta idiosincrasia nuestra, mientras deseo con todas mis fuerzas volver a poder centrar balones como lo haría un central del Club de Fútbol Palencia, y pienso también en el Club de Fútbol Palencia, y en el socio 23 que era mi padre, y en la desaparición de ambos y ya, finalmente, hago mis ejercicios pedestres, estirar, flexionar, estirar flexionar, al tiempo que tarareo eso de Santi Balmes. Que a quien madruga, Dios no existe.  

(Artículo publicado en Norte de Castilla, ed. Palencia. 18/11/12)


martes, 6 de noviembre de 2012

LA NEGACIÓN DE LOS DERECHOS


La foto que adjunto me la hace llegar una amiga, profe de Historia, tras el alboroto que este fragmento ha levantado en su clase de secundaria. Lo hace a través de facebook y me etiqueta en ella como si André Amar y yo estuviésemos unidxs por una especie de hilo invisible. Lo estamos. Lxs dos somos hijxs de una misma herencia, de una misma ideología y hemos bebido -un par de siglos arriba, un par de siglos abajo-, de la misma teta ilustrada. André Amar y yo tenemos los mismos síntomas. Pero tú tampoco te libras, qué te crees.
                Los burgueses blancos, europeos y (proto)heterosexuales de la época ilustrada se lo montaron fenomenal para justificar "por naturaleza" todo lo imaginable. El tema cuajó hasta el punto de que la semillita creció hasta la época de las revoluciones románticas y, de aquellos polvos, estos lodos.  De hecho, las categorías binarias de sexo y género (y por tanto de tendencia sexual) le deben su nacimiento a la época heredera del enciclopedismo y la razón. Y puestos a entrar en razón, quizá habría que detenerse en el primer párrafo, y pensar sobre qué es ser "mujer". La definición puede referirse a:

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André Amar (1755-1816)
1- Quien tiene genitales cuya apariencia externa ha sido atribuida a uno u otro género (no por la naturaleza, sino por la medicina).

2- Quien se comporta como tal socialmente, desempeñando el rol (acting) de ese tipo de sujetos (se viste, se expresa, se relaciona y tiene los gustos, preferencias, etc. acordes con la imagen de lo que es ser mujer).

En el primero de los casos, debemos tener en cuenta que el veredicto de género se hace atendiendo a cuestiones de simple apariencia y, por tanto, simplistas y sujetas a error. Hay quien tiene ambas gónadas, unas internas y otras externas; hay quien tiene penes tan pequeños que podrían confundirse con clítoris; o bien clítoris tan grandes que podrían ser considerados micro penes; hay quien desarrolla mamas teniendo pene, y hay quien teniendo vagina, no desarrolla mamas prácticamente. Hay quien tiene características híbridas, con múltiples combinaciones posibles, y mucho más frecuentes de lo que se cree. Sin embargo,  estos buenos señores “enciclopédicos”, nos hicieron encajar a todxs (léase ‘todes’) en tan solo dos categorías, justificando tal despropósito con ¿lo adivináis?, “la naturaleza”. XX o XY, nos dicen, pero la realidad dice que XXY, XXXY, incluso XXXXY, por no hablar de otras variables, no cromosomáticas (hasta 50 variables), que interfieren en “la ficción” de los sexos. De los supuestos dos sexos. Evidentemente, todo lo que no entra en ese binomio se patologiza, esto es, pasa a considerarse “enfermedad” por parte de la comunidad médica, aunque no suponga ningún problema para el supuestx paciente. Es como si se patologizara el albinismo, entendiendo que, en el mundo, sólo puede haber rubixs y morenxs. Y eso que el albinismo es 10 veces menos frecuente que la intersexualidad (que es como llaman lxs “enciclopédicxs a esas 50 variantes de sexo).
En el segundo de los casos, se condena también a un binarismo a todas las personas, obligando a comportarse de tal o cual manera en función al diagnóstico de género que unx haya tenido al nacer o al que se le haya obligado a pertenecer, obligando también a este sujeto, a tener, por tanto  un comportamiento estándar, aprendido, y atribuido a su sexo de manera también arbitraria y convencional (lo que se espera de unx mujer/hombre en todos los ámbitos de la vida: emocional, político, social, intelectual, sexual, cultural, técnico, afectivo, etc.).

Como veis, es todo un tremendo despropósito, un invento, un cuento europeo –que no chino-. El sexo (y el género) son una ficción, una mascarada inventada sobre la que se sostiene el sistema, para autoperpetuarse en base a una institución monolítica como la de la familia heteropatriarcal, desterrando así otros modelos de familia basados en los cuidados comunes de las pequeñas comunidades, etc., en vez de en la jerarquía de la genética y sus ficciones. Un sistema que es dañino, letal para las personas, en el que nadie encaja, en mayor o menor medida. Porque se llora poco o no lo suficiente. Porque se tiene barba o no se tiene en absoluto;  porque se desea o porque no demasiado, porque se es muy fuerte o muy débil, porque se grita alto o se susurra bajito. Porque demasiado, o demasiado poco. Lo peor, es que a pesar de sufrir, como digo, todo esta presión en nuestras carnes, nosotrxs mismxs actuamos muchas veces, como policías del sexo o del género, como guardianes o matones a sueldo, vigilantes de ese sistema malvado que no sólo nos controla, sino que lo hace de tal modo que nos convierte, a su vez, en controladorxs de nuestrxs semejantes.

  Castelao Bragaña: "Las mujeres son como
las leyes, están para violarlas" Año 2012
Por eso tenemos que estar alerta. Porque lo que dijo André Amar es fruto de un sistema ideológico que es el nuestro, el mismito, en realidad, y que está más vigente que nunca. Un sistema en el que algunos políticos siguen decidiendo qué deben hacer las mujeres con su cuerpo; un sistema en el que algunos políticos siguen diciendo y dicen, que las mujeres están para violarlas. Un sistema en el que la mitad de lxs adolescentes gays, lesbianas, bisexuales, transexuales, intersexuales o queer han intentado suicididarse, no por no encajar, que no, no por ser “diferentes” a quienes tienen más fácil fingir no serlo, sino por el altísimo precio que esta sociedad les obliga a pagar por su divergencia de lo que ha sido institucionalizado como estándar.  
 ¿Seguir manteniendo la férrea división de sexos y géneros no es acaso darle la razón a Amar, cuando dice que para el orden social es necesario que cada sexo se ocupe de aquello que le esté encomendado por naturaleza.? ¿No seguimos diciendo que “una madre es una madre”, queriendo decir con eso que son imprescindibles en la formación de los hijos? ¿No seguimos justificándolo todo en nombre de la naturaleza, identificando “lo natural” con lo bueno , lo adecuado, lo bello, etc.? ¿No siguen siendo las tareas del hogar una cuestión de mujeres (sólo el 7% de los hombres españoles se reparte igualitariamente las tareas del hogar)? ¿No es ignorada la opinión de las mujeres en tertulias y medios de comunicación y altas esferas empresariales (ni un 10% de mujeres ocupa altos cargos) etc., dando la razón a André Amar cuando dice que en general  las mujeres son poco capaces para las ideas elevadas y las meditaciones serias?
Seamos sensatxs y hagamos un poco de autocrítica, que si “el bueno” de André Amar nos parece un reaccionario misógino, tal vez deberíamos pensar que, a día de hoy, quien más, quien menos, todxs somos André Amar.

martes, 30 de octubre de 2012

NEWSPA(P)TER


Ya vengo mucho tiempo observándolo, claro, pero sólo por compartir esta reflexión, me he decidido a escribir esta entrada, y compartir con vosotrxs la desolación. Observad la siguiente foto. Nada de especial. Una captura de pantalla de la sección de opinión de Público.es, donde se recogen, a la izquierda, algunas de las columnas del periódico, y a la derecha, lxs blogerxs del mismo. A simple vista, nada raro, claro, porque encaja dentro de eso a lo que estamos acostumbradxs y que llamamos "normal" en vez de "costumbre" (parece que la norma siempre es buena, mientras que la constumbre puede ser buena, mala o insignificante). El caso es que de los 19 nombres propios que crean opinión en Público.es, sólo 3 son femeninos, o lo que es lo mismo, sólo el 15% de la "opinión" de este periódico no está generada por hombres. 

Las cifras son alarmantes, pero teniendo en cuenta que Público es de los periódicos que más sensibilidad tienen en relación a cuestiones de género, etc., el asunto es para echarse a llorar. Evidentemente, podría haber hecho pantallazo de otros (La Razón, con un 12% de firmas "no masculinas"), pero me parecía representativo que un periódico como Público, plural, progresista y de izquierdas, siga estando regido por el peso del patriarcado como el que más. Me parecía necesario venir a decir aquí que mientras una aplastante mayoría de licenciadas en periodismo, filologías varias, sociología, historia, etc. son mujeres, la información y la opinión siguen estando gestionadas, creadas, representadas y rentabilizadas por los señores. Y no es una cuestión de estadística, la estadística no demuestra nada, sino que pone de manifiesto -como mi pantallazo- que el patriarcado no es un ente invisible que pulula por ahí y enloquece de vez en cuando (entonces lo llamamos "presunta" violencia de género), sino que está presente en toda nuestra sociedad, incluidos esos lugares en los que nos creíamos a salvo. 


Si los medios de comunicación tienen poder -que lo tienen, y mucho- es lógico pensar que no van a dejar que nadie se lo usurpe. El poder es hermano de leche del patriarcado y ninguno de los dos va a permitir por las buenas compartir el pastel con nadie. Es así. Triste, puede ser, pero es lo que hay. Y sí, me encanta leer a Montero y a Garzón, pero también me encantaría leer a XXX y a XXX y sin embargo, no puedo hacerlo.
Pensadlo. Directores de periódicos. Un dos tres, responda otra vez: (los nombres surgen y surgen y, si no, no hay más que ir, uno por uno, revisando el nombre del director de cada periódico de este país). Ahora, este ejercicio, pero con directoras: 404 not found*

Contraargumentándome a mí mismx, puedo decir dos cosas que suelen decir lxs AP (acólitxs del patriarcado):
-No hay que mirar si son hombres o mujeres, sino sólo si escriben bien. 
Muy bonito en el país del pequeño pony, pero en una sociedad patriarcal, fuertemente jerarquizada en la que, por poner un mínimo ejemplo, las mujeres no han tenido independencia ni mayoría de edad hasta hace unas décadas, se convierte en una estupidez que denota la ignorancia en relación al asunto, o las pocas ganas de que la cosa mejore. Por otro lado, ¿debo deducir entonces que los hombres escriben 9 veces mejor que las mujeres?. Prefiero no seguir por ese camino, por lo que pueda pasar...




*Si aquí has podido nombrar a June Fernández, es que la reflexión que hago en esta entrada, tú también la llevas haciendo hace tiempo.







jueves, 25 de octubre de 2012

MI GÉNERO EN DISPUTA

Esta mañana, Z se ha enfadado conmigo. Me dice que, a veces, no la escucho que, de algún modo, invalido sus opiniones, aminoro sus obligaciones, descreo de sus necesidades y que a veces, en nombre del humor, la infantilizo o me burlo. Me dice, Z, en definitiva, que aplico en ella, a menudo, las técnicas de dominación (Hérsker) propuestas por Berit. A saber:

1. Invisibilizar.
2. Ridiculizar.
3.Ocultar información.
4. Dilema del doble vínculo (hagas lo que hagas estará mal).
5. Culpabilizar / Avergonzar.

Estos puntos, que están maravillosamente traducidos por lamoscacojonera y que podéis consultar aquí, pretenden trazar, a grandes rasgos, el modo en que se establece la dominación desde roles masculinos hacia las mujeres (más concretamente, hacia sujetos que, socialmente, desempeñan roles femeninos, sean o no mujeres, en el sentido biológico del término).

Me dice Z que, quizá, mi conflicto de género, o mejor, mi género en conflicto, me lleva a desarrollar un rol masculino, no sólo en aspectos meramente triviales, como pueden ser modos, ademanes, formas de vestir, etc., sino que quizá, me dice Z, el género en disputa que soy -por parafrasear a Butler-, me lleva a "forzar" mi masculinidad a través de pautas culturales -por su puesto aprendidas, como todo lo relativo al género-, también desde un punto de vista personal, no tanto de carácter como de interacción social y, especialmente, en pareja. No me dice que soy unx machista, sino que, a veces, me comporto como un macho heterosexual convencional (sin ser yo nada de eso). Pienso en ello, porque no me gusta esa imagen que ella me devuelve de mí, pero no descreo de sus palabras (si lo hiciera, estaría incurriendo claramente en los puntos arriba citados). No descreo de sus palabras, pero me turban. Pienso en cosas, en situaciones íntimas y públicas, sexuales y anodinas, y no me reconozco como tal. Desde luego, es un ejercicio desagradable, ver cómo por un lado, unx promueve la política de los cuidados y por otro incurre en cuestiones que desprecia. Quizá tener el género conflictuado también sea eso. Y aquí la falta de referencias, de modelos, de paradigmas, también me parece crucial.

Del mismo modo que el colectivo LGTBQ+ necesita referentes, espejos en los que mirarse desde un punto de vista meramente externo, creo que también, desde un punto de vista, no ya de prácticas sexuales o de rol, sino de mera identidad , las personas que vivimos con una identidad en conflicto, desde el punto de vista del género, claro está, estamos más que huérfanas en referentes, en paradigmas, en espejos. Por ello, vamos juntando con retales de otros espejos, con trocitos desmembrados, con mínimos reflejos, un material muy precario en el que mirarnos y a veces, como le pasaba al bueno de Max Estrella en Luces de bohemia, la imagen que nos devuelve ese espejo en el que nos miramos, es la caricatura de nosotrxs mismxs. El esperpento del género no está lejos del género en conflicto, es un riesgo que corremos y es justo decirlo, y no sólo justo, sino también necesario.

Le digo a Z todo esto, esto mismo que ahora escribo aquí -y que quizá me arrepienta de haber escrito, de haber dejado un rastro propio de espejos deformantes-, no sin añadir, en mi defensa, en defensa de mi yo en conflicto, una máxima que, ésta sí, se torna universal: no todo lo que encontréis en mis bolsillos es mío.

miércoles, 17 de octubre de 2012

LO BELLO Y LO BESTIA

Hay entradas que unx nunca quisiera hacer. Principalmente porque suponen enfrentarse, quizá, al peor enemigo de todos, que es ése disfrazado de "amigo" y también supone enfrentarse al hecho de que el mundo está lleno de ruido, lleno de campanas que suenan de aquí para allá sin orden ni concierto, de gurús mesiánicos que camuflan con términos estratosféricos medias verdades, que son peores que las mentiras enteras, y corderos disfrazados de jipis que te organizan una batida de lobos cuando menos te lo esperas. Hoy tengo el día un poco así, y lo tengo a nivel personal (porque hay gente de la que no puedes fiarte y porque desde siempre, me han dado más miedo las aguas mansas que las procelosas). Tengo el día descreído, misántropo, de fe escuálida y decepción flamante, eso es lo cierto. Y resulta que en medio de esta algarabía orgiástica de decepciones -sólo Nietzsche sabe cuánto detesto a los corderos-, Marina, cuyo interesantísimo blog podéis seguir aquí, me remite una entrevista que no tiene desperdicio.

La entrevista completa podéis leerla aquí, pero para quien no tenga tiempo, o ganas, o fuerza, o sentido del humor, o gónadas como sandías, yo rescato aquí algunas lindezas. 

La entrevista en cuestión -publicada en La Vanguardia-, es a una mujer de 54 años, de aspecto femenino convencional, burguesa, blanca, heterosexual, que vive entre la Costa Brava y Devon (Inglaterra) -nada menos- casada con un hombre heterosexual, blanco y burgués que podéis ver aquí, diciendo cosas como que lo femenino está relacionado con el corazón y se pierde dentro de tanta emoción, pero que lo masculino es más objetivo y seguro y no se pierde en lo superfluo. Y con esta carta de presentación tan trasgresora y controvertida, como podéis ver, dice ser máster en Psicosíntesis con el empaque "científico", "prestigioso" y "objetivo" que otorgan ciertas palabras en ciertos contextos, como bien saben Burke, Genette, y todos esos tipos que tan bien estudiaron la pragmática y la psicolingüística (preguntaremos a Wert en qué Universidad se ofertan esos estudios y a qué rama de la Psicología pertenecen, porque yo sólo lo he encontrado asociado a la astrología y las pseudociencias alternativoides, ésas que son como el ungüento amarillo, que pa' tó valen y pa' ná sirven).

Llevo ya un tiempo diciéndole a Z que estamos asistiendo a una Edad Media Reloaded, con sus claroscuros, sus charlatanes de calleja a la que los voceros dan cada vez más chanza, su confusión entre hechicería y alquimia, entre ficción e historia, entre dioses y mortales. Le digo a Z que vivimos tiempos de vasallaje, con sus alquileres abusivos, sus usufructos de usurero, sus castas inamovibles, sus diezmos, sus pernadas y sus férreas sociedades piramidales. Una sociedad en la que seres invisibles castigan y liberan y piden sacrificios, y piden ofrendas y ritos de sangre. Donde lo pagano se funde con lo sacro, donde lo místico se confunde con lo terreno y donde San Pedro y las llaves del cielo sirven de sello en contratos oficiales de arrendamientos y otros arreglos entre particulares. Donde la ciencia no importa, donde el saber no pesa más que la pluma que contiene la magia de un ser alado diabólico y generoso que nos ayuda en los flitros de amor y las batallas contra los infieles. No ya lo oscuro, sino lo obscuro, la orden bajo el desorden, el vulgo y el latín vulgar, los esputos, los exabruptos, la épica propagandística mezclada con la chanza juglaresca, la cultura oral, la pseudocultura y esa constante sensación de necesitar que alguien abra una ventana a la luz, esa constante necesidad de acostarse medieval y levantarse renacentista. Llevo tiempo, y mira tú por donde, que me encuentro con este corpus medieval en forma de entrevista, que pretende, como la épica medieval, seguir manteniendo los mismos sistemas podridos del mismo sistema podrido, haciéndonos creer encima -eso es lo que me enfada profundamente y me arrastra hasta la rabia, hasta la guerra, hasta la furia- que nos están ofreciendo algo completamente nuevo y distinto.

La entrevista versa, en líneas generales, sobre qué es lo femenino y qué es lo masculino (algo que B.P. resumió fantásticamente en algunos pasajes de Testo Yonqui, y que Loreto tuvo a bien recoger aquí. Pero resulta que esta "experta" en... bueno, esta "experta", habla de lo femenino y dice cosas como:

Al no estar enraizadas, (las mujeres) nos sentimos inseguras y mantenemos la falsa creencia de que necesitamos pertenecer a un hombre para ver en él el reflejo del amor que somos.

Querida, la "falsa creencia de pertenecer a un hombre" la tendréis algunas mujeres heterosexuales, porque las lesbianas, las asexuales, las polisexuales y las queer -además de las heterosexuales que no quieren vivir en pareja- no tienen esa creencia. Otra "enseñanza":
Mediante ese proceso cíclico -preovulación, ovulación, premenstruación y menstruación- se accede a los auténticos arquetipos femeninos.
A ver, cómo te lo explicaría yo. Los "auténticos arquetipos femeninos" son los que el patriarcado ha querido contarnos durante siglos. Querer rescatar los mitos y presentarlos como hallazgos sin cambiarles si quiera una coma, me parece, como poco, un despropósito. No soy antropólogx, ni un iluminadx, pero mis estudios "prosaicos y normalitos" de Filología y Literatura Comparada me han dado las herramientas para saber que los símbolos se crean de un modo u otro en función de la sociedad en la que se desarrollen, y teniendo en cuenta que absolutamente todas las sociedades son patriarcales, no es muy difícil pensar que esos mitos están creados por el mismo patriarcado que supuestamente pretendes derribar. Además, reducir lo femenino al proceso menstrual, deja fuera de' lo fememino' a las niñas que todavía no tienen la regla, a las mujeres que ya no la tienen, a las histerectomizadas, a las que están en tratamiento hormonal, a las que toman la píldora, a las transexuales preop, a las transexuales postop, a las transgénero, a las queer y seguro que me dejo a alguien más. Por otro lado, identificar la femineidad con la menstruación, no me digáis que no es candorosamente gallardonesco, porque a mí me parece lo mismo que afirmar que la mujer se ve realizada cuando da a luz.... Es fantástico y sumamente curioso ver cómo quienes prometen salvarnos del patriarcado, proponen para hacerlo las mismas estrategias que los brazos ejecutores del mismo.

Y, sin duda, mi favorita: 
Para mí, la vía más rápida es a través de una danza que nos conecta al movimiento espiral y cíclico del universo, y que nos permite conectar con nosotras mismas y poseer la sabiduría necesaria en cada momento. La observación de nuestro proceso cíclico nos permite despertar los arquetipos femeninos y sanar la herida y la desconfianza entre nosotras herencia del patriarcado.
Danza, movimiento, universo, conectar, sabiduría, despertar, sanar--> términos que forman parte, todos ellos, del campo semántico de lo positivo, lo deseado, lo espiritual, lo anhelado, etc., lo que predispone positivamente alx lectorx a través de una captatio benevolentiae sémica, que se traduce en una "simpatía" por xlx emisorx y, por tanto, con el mensaje.

Con este pequeño fragmento y el Tratado de la Argumentación de Perelman tendría para una tesis, pero no tengo tiempo, ni ganas (ni tampoco el manual de Perelman, que siempre lo sacaba de la biblioteca de la facultad y luego tardaba mil en devolverlo). 

Eso sí, tengo tres minutos para gritar, porque si no, voy a reventar, cuán hartx estoy del violento binomio de género que nos deja fuera a tantxs y cuán hartx, eso también de lxs corderxs que vienen de salvadorxs de la patria. De lo bello y lo bestia, qué hartura.













domingo, 9 de septiembre de 2012

MICROMACHISMOS GASTRONÓMICOS

Ayer, Z y yo quedamos con L para ir a cenar. Fuimos a un mesón gallego bastante pintoresco, de esos en los que no se puede reservar porque apenas hay mesas y aún te sirven el ribeiro en cuencos. Yo lo conozco desde hace tiempo y a Z le encanta el lugar, porque tú no eliges nunca lo que vas a comer, sino que es uno de los dueños el que, de algún modo, decide por ti tu propio menú, con su molete de pan gallego y su quesada casera incluidos. Sabíamos que L no conocía el sitio, y nos pareció una buena idea cenar allí  (además de estar todo buenísimo es bastante barato). A L el sitio le gustó. Cenamos, charlamos y bebimos ribeiro suficiente como para que hoy ecriba estas letras algo resacosx aún. 
Justo antes de los postres, aún quedan en los platos, un par de chipirones a la plancha, y dos rodajas de pulpo, pero nosotrxs seguíamos enfrascadas en nuestra conversación sobre ACNEEs, egolatría e ingenuidad (una larga historia), y en ese momento, el dueño del mesón -quien nos había atendido- se acercó a la mesa con esa amabilidad paternalista que tienen los hombres para con las mujeres y mientras decía un "ay, veo que no coméis mucho por aquí... venga que ya lo acabamos", cogió el tenedor de Z, lo clavó en un chipirón, y se lo metió en la boca. 

Después, hizo lo propio con el tenedor de L pinchando otro chipirón e introduciéndoselo a L en su boca. En ese momento yo estaba pinchando con mi propio tenedor las dos últimas tajadas de pulpo que quedaban en la tabla, porque el pulpo estba realmente bueno y porque, la verdad, no tenía ninguna gana de tener un enfrentamiento, otra vez, con los tentáculos del sexismo patriarcal. Pero el sexismo patriarcal es terco como el solo, y el hombre quiso arrebatarme el tenedor de las manos cuando estaba a punto de llevármelo a la boca, para dármelo él. Para darme él el bocado, aludiendo que "es que me gusta". Fue un forcejeo tal cual, un forcejeo a dos manos, la suya y la mía, donde finalmente tuve que hacerle entender que a mí no, que el patriarcado ya me ha cebado lo suficiente y me ha infantilizado y erotizado e invalidado lo suficiente en nombre de la bondad, la buena voluntad, el sentido del humor o cualquier otra mierda aparentemente inocua y llena de buenas y sacrosantas intenciones. Al hombre el asunto le sentó como una patada en los cojones (porque creo que no se me ocurre una metáfora más real para definir el sentimiento), a lo que yo lo tranqulicé de hombre a hombre, dándole una palmada fuerte en la espalda, de ésas que se dan ellos, cuando todo es ok entre machos y qué machotes somos, y cómo dominamos el espacio y las espaldas de los otros, y demás. 

No tengo nada en contra de ese hombre, que además me parece simpático y entrañable, sólo quiero invitaros a reflexionar hasta qué punto el machismo y el sexismo campan a sus anchas por nuestras vidas, violentándonos, adoptando las formas más insospechadas y obligándonos a ser víctimas de él o a estar en lucha constante, y privándonos por tanto de la libertad de ir, simplemente, a la deriva. Porque a veces no quiero enfrentarme, porque ya estoy hartx, pero entonces, si no lo hago, sucumbo, y no hay más alternativas.

En la mesa de al lado, un grupo de cuatro hombres, de aspecto convencional, tenían también en sus platos algún chipirón olvidado. El camarero se acercó a su mesa, puso su mano de machote sobre el hombre de machote de uno de ellos y les dijo "venga!, a ver quién se como ese chipirión", mientras esperaba a que alguno de ellos cogiera su propio tenedor , pinchara la pieza y se lo llevara a la boca. Jamás se le hubiese ocurrido al camarero, quitar el tenedor al hombre y darle de comer, al hombre, porque muy probablemente, de haberlo hecho, el hombre, se hubiese puesto muy iracundo y es muy posible que incluso le hubiese dado un buen empujón, mientras le llamaba maricón o cualquier otra cosa. Y no sólo eso, sino que cualquier persona "de bien", cualquier persona "normal", de esta sociedad nuestra, tan "normal", le hubiese parecido una reacción de lo más lógica, mientras que la mía, es probable que hubiese sido tachada, en el mejor de los casos, de desmesurada y desagradecida (y eso que me posicioné firme, pero con educación).

Después, comentando el asunto con Z y L, Z me confesó que ella no supo reaccionar porque estaba algo pedo (Z se emborracha con medio vino, y ya llevaba tres), y su educación (hetero)patriarcal aprovechó el momento, haciéndola sentir que, el hecho de estar algo ebria, le desligitimaba para reivindicarse como persona autónoma contra el machismo y el sexismo, y por eso , casi a modo de auto castigo, abrió su boca a la demanda del patriarcado, cuando no quería hacerlo, y asumió su condición social de mujer/pasiva/infantil/obediente/objeto erotizable. Por su parte, L, que está empezando a descubrir los movimientos feministas, LGBTQ+, no supo reaccionar más que como nos han enseñado a todas a hacerlo, esto es, abriendo la boca y tragando (rellénese de metáforas al gusto), lo que el machismo y el sexismo estén dispuestos a verter en nuestras bocas, que están para tragar y callar. Y sonreír, llegado el caso.

Evidentemente, la primera en ser "alimentada" fue Z, porque su aspecto encaja a la perfección en el aspecto de una mujer convencional blanca, heterosexual, atractiva para los hombres, etc. y, por tanto, es, por un lado, el mejor "trofeo" para el A.P.* y, por otro, el reto más fácil, porque se entiende que es la que menos oposición pondrá, puesto que es "la más mujer". El paso siguiente fue L porque, aunque su aspecto es masculino y no responde a los estereotipos que se le presuponen a su sexo, (pelo corto, ropa amplia, cuerpo robusto, etc...) es bastante joven y desde luego, supone un reto menor que el que yo suponía (como de hecho, así fue). De hecho, yo estoy segurx de que, en realidad, el A.P. sólo quería dar de comer a Z, porque está buena y eso es siempre una muesca más, un punto positivo en el campo de conquista de los hombres hetero. No digo que quisiera ligar con ella, no, ni mucho menos. Es más una cuestión animal, como de marcar territorio, de mostrar las alas extendidas, de ocupar más y más espacio, de control, en definitiva. 
Yo sé que al A.P., no le apetecía nada alimentarme, porque tengo el pelo más corto que él, porque mis movimientos son mucho más masculinos que los suyos, porque extiendo los brazos y le doy palmadas en la espalda cuando dice ¿todo bien?, y lo hago con una sonrisa abierta y dominando el espacio como lo haría un hombre. Sin embargo, soy una mujer. Porque tengo tetas, ergo para cualquier A.P., soy una mujer, y la cortesía le dice al A.P. que una mujer se puede sentir rechazada, o herida o menospreciada, si un hombre se muestra más "amable" con otra en su presencia, asumiendo, por supuesto, que las mujeres, por definición, deben desear ser el objeto de agasajo de ellos; asumiendo que todas somos heterosexuales y todas existimos en función de la existencia del macho. Así que, en realidad, su enfado está más que justificado porque, según su "razonamiento", yo soy una machorra a la que no le apetecía nada "dar de comer" (esto es, mostrar atención, deferencia, etc), pero como es un tipo educado y cortés (qué palabra), lo hace; y yo, machirula inmunda, lo rechaza con un forcejeo y una palmadota en la espalda. Un desagravio. Un despropósito. Qué desagradecida. Encima que le doy de comer. Porque la otra, vale, machorra, pero agradecida, pero ésta, además de marimacho, chunga.

Evidentemente no lo dijo, pero estoy segurx de que, de un modo u otro, se sintió así. Y no le culpo, pero sí. Porque quien tiene el poder no va a soltarlo nunca, y le va a seguir siendo muy fácil conseguir mil y una estrategias para seguir justificando sus abusos. Así que, mientras los A.P.s sigan queriendo alimentarnos, seguirá habiendo la necesidad de reivindicar nuestros tenedores, nuestros bocados, y nuestras resistencias.

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*A.P.: Siglas que me acabo de inventar y que responden al término recién acuñado de "Acólito del Patriarcado",entendiendo como tal a todos aquellos agentes que en un momento determinando funcionan como tal, realizando el trabajo de esbirros o controladores/sicarios de los preceptos del patriarcado. (En este caso, nuestro entrañable camarero) 

martes, 21 de agosto de 2012

LA ALQUIMIA DEL PORNO FEMINISTA

Encontré vía twitter, a través de Lucía Egaña, (@luciaegana), esta fantástica tabla periódica del porno feminista, que me pareció un trabajo historiográfico tan increíblemente grande, generoso y creativo, que no he podido por menos que compartirlo.

La tabla es un regalo de @msnaugthy, que podéis encontrar en su web y también aquí .

Ni que decir tiene que la química y el porno, son dos elementos tan estrechamente unidos que ninguno de los dos sería gran cosa sin el otro. Las brujas, las putas, las alquimistas y las magas hechiceras rompe hímenes se unen en este formato cartesiano, en una suerte de irónico repecho a lo políticamente (re)pensable.

¡Pornógrafxs del mundo, formuladnos!



domingo, 19 de agosto de 2012

TEATRO ALTERNATIVO EN POSICIÓN FETAL

Otra serie de cosas que merecen ser contadas. Cultura de carne en escena a partir de hoy mismo. Aquí es dejo el programa del FETAL, Festival de Teatro Alternativo de Urones de Castroponce (Valladolid) en el que se deglutirá, en posición FETAL, todo lo nutricio que no encontramos en nuestros ombligos.

Teatro, artes escénicas, cuerpos, cultura sin envasar y amor al arte.

Mañana, Lunes 20, a las 20:00, estx que os habla formará parte de la Mesa Activa para las artes y la cultura. Y dirá cosas. Si quieres saber cuáles, pues vete al Teatro Corral de Anuncia y abre las orejas. 
La entrada es libre. 
La salida igual no tanto.  

FETAL 2012 Programa

miércoles, 15 de agosto de 2012

LUCHA DE GIGANTES

Hay canciones que son poemas, y hay poemas que son canciones y poemas, 
y canciones, de nuevo, a la vez. 
Por eso es necesario quererlas como si no lo merecieran, 
y volver a ellas como los solitarios hombres buenos 
-y aún otros cuerpos también- volverían a los prostíbulos. 
Hacerlo con la honestidad del que sabe que ha mancillado algo, 
del que sabe que algo le dice dentro que lo que hace no está bien. 
Y es el clero, y es la ley o la voz de papá y mamá 
en el eco sedicioso que adoptan ciertos recuerdos a la hora de la siesta. 
Pero sea como fuere uno avanza hacia esos cuerpos desnudos, 
descomunalmente íntimos por lo ajeno que hay en ellos, 
para sacudirse la pena de tener que fingir ser uno mismo todo el tiempo. 
Así son ciertas canciones. 
Te quieren como ninguna, porque se irían con cualquiera. 
Se van de hecho, con cualquiera, construyendo, aunque sea extraño, entre esos cualquieras y tú, 
una especie de hermanamiento secreto, 
como esa clase de complicidad algo sonrojada y lúbrica 
que fluye entre los cuerpos vencidos pero sanados de quienes se entregan a los cuerpos que los nombran. 

Y todo lo que pasa está bien en esa clase de canciones tristes. 

Y también están bien todxs cuantxs pasan por ellas. 
Y creédme cuando digo que son muchxs lxs que pasan por los pliegues de sus letras, 
por esos ritmos facilones y clásicos, 
porque a veces eso es todo cuanto hace falta. 
Porque a veces, como una mamada bien hecha, 
casi nada es justo lo justo y necesario. 
Por eso hay canciones que son esas bocas. 
Lo saben los poetas y también algunos hombres tristes, algunas mujeres tristes. 
Por eso, algunos días, 
quienes celebramos su grandeza garganta adentro, daríamos lo que fuera, 
como si eso fuera bastante, por hacer de nuestras pollas una boca a su manera. 
A la manera de ciertas canciones, 
de ciertos poemas obscenos que tienen el siniestro poder de recordarnos, insolentes pero certeros, 
la huella que a cada paso dejamos aquellxs quienes nunca fuimos, 
aquellxs quienes, y eso ya es claro, nunca vamos a ser.


jueves, 2 de agosto de 2012

MUSAS EN EL MUSAC Y OTRAS GENEALOGÍAS

O.R.G.I.A. 2
Este domingo, por aquello de que era domingo, y también por eso de que la entrada ese día es gratuita, Z y yo decidimos hacer súbitamente una excursión al MUSAC (León), para visitar la exposición "Generalogías feministas en el arte español: 1960-2010", que podéis visitar virtualmente en su estupenda y completísima web, que recoge un montón de info sobre la exposición y, en general, sobre todos los movimientos artísticos vinculados con el feminismo en España, en la última mitad de siglo, y que encontrareis AQUÍ.


La exposición, como podéis ver en su web, no sigue un patrón cronológico -como acostumbra la tradición decimonónica en estos casos, sino más bien temático -lo cual es de agradecer, dado que, a partir de las vanguardias, o al menos así lo veo yo, los movimientos artísticos se suceden a tal velocidad, que es una locura seguir clasificando éstos según parámetros meramente cronológicos-. Así, está dividida en 11 áreas-salas siguiendo, como digo, directrices más bien temáticas para su "clasificación".
La exposición me pareció valiente, honesta, vigente, rigurosa y, sobre todo, necesaria. Vaya todo eso -que ya es más que bastante- por delante; pero entiendo que, desde los movimientos feministas, LGTBQI+ y, en general, desde cualquier movimiento político-cultural fronterizo, no sólo podemos, sino también debemos ir un poco más allá con nuestro juicio crítico. Y la exposición lo hace.
Sin embargo, tras las más que notables alabanzas:

(Algunas críticas) EN CUANTO A LA EXPO

-La exposición es densa, larga, y extensa, a mi entender, demasiado (tardamos casi 3 horas en recorrerla, saltándonos unos cuantos visionados que ya conocíamos y muchos textos que también nos eran familiares). Y si lo es para alguien que está familiarizado con los movimientos feministas y el arte, no quiero pensar qué será para la excursión de la asociación de amas de casa de Ponferrada o los alumnos de 1º de Bach de un instituto de La Bañeza -un poner-.
-Eché también en falta -tal vez por deformación profesional- más didactismo, un intento de acercamiento al público general, aprovechando la ocasión (arte contemporáneo y feminismo diverso dentro de un circuito convencional e institucional como el MUSAC), que desechara tabúes de las cabezas del grueso de la sociedad, de ésas que aún se andan antes de los movimientos proto-feministas. Quiero decir que, si la mayoría de la población aún cree que el feminismo es lo contrario al machismo o, en el mejor de los casos, que feminismo es que los maridos hagan macarrones con tomate los domingos, no les pidamos -cuando van al MUSAC a ver una exposición- que sepan en qué fecha publicó Butler El género en disputa. Por favor, empecemos por el principio... ¿no?
Esther Ferrer. Soldados en acción 
-Como bien dice Loreto en su certera visión de la expo, la advertencia de "esta sala contiene imágenes que pueden herir la sensibilidad", que custodia la sala dedicada al transfeminismo -una de las más interesantes, por cierto- hirió mi sensibilidad, porque en la sala dedicada a la violencia o al trabajo en precario femenino, por ejemplo, albergan obras de un contenido mucho más brutal e hiriente, a mi entender.

(Algunas críticas) EN CUANTO A LAS OBRAS:

-Muchas de las obras expuestas son, en realidad, tributos a otras mujeres intelectuales silenciadas -o ya no tanto- por la historia (con lo que esas obras siguen estado supeditadas al patriarcado y mordiéndose la cola de un feminismo setentero una y otra vez).
-Algunas obras son (re)interpretadas por los textos y explicaciones que los acompañan (muchas veces excesivos), que cierran la posibilidad de otras posibles interpretaciones, o menos políticamente correctas o menos enfocadas al feminismo (Me sucedió por ejemplo, con Lo que Lee Krasner podía haber hecho… pero no hizo ,obra de la que, mi lectura, resulta un pelín más gore que la de la propuesta).
-Son también frecuentes las obras que continúan jugando con tópicos femeninos como la sensibilidad, la fragilidad, etc., apelando a la compasión y, por tanto, a la condescendencia patriarcal de lx espectadorx, alimentando así, los mismos tópicos patriarcales sobre "lo femenino" y sobre las "amigas mujeres".
-Algunas otras obras, apuestan fuerte por la temática, pero son meros testimonios -mas que obras en sí- de movimientos feministas (muy necesarias, eso sí).
-Qué fuerte es ver, nada menos que en el MUSAC, obras de artistas que malviven precariamente, cuando muchas de esas salas albergan, precisamente, un arte denuncia sobre esa misma precariedad.

Y una última apreciación:

-Estoy de la locura y la histeria femenina hasta el dildo prostético. Ea, ya lo he dicho (aunque el artículo de Eva_Uvedoble sobre Marina Núñez sea más que recomendable).

EN CUANTO A TODO LO DEMÁS:

Itziar Okariz. Mear en espacios públicos o privados
-Gracias por poder disfrutar de las fotos y vídeos de muchas de las performances.
-Gracias por descubrirme obras que revisan los feminismos con formatos innovadores, creativos y vivos, que universalizan el tema y el fondo (así entiendo yo una obra de arte...).
-Gracias traer obras del año pasado a un museo de arte contemporáneo (estábamos demasiado acostumbradxs a llamar contemporáneo a aquello que se ha hecho hasta los años '80).
-Gracias por hacernos saber que en nuestro país hay talento, arte y activismo de sobra.
-Gracias por recordarme que apuestas como LSD y La Radical Gai siguen estando vigentes, quizá más que nunca.
-Gracias por la fantástica web y toda la documentación que allí está vertida.
-Y sobre todo, gracias por programar "Mi sexualidad es una creación artística" como uno de los documentales que completan la colección. Llevaba tiempo queriendo verlo, así que habrá que hacer, de nuevo, otra excursión dominguera a León -esta vez matutina-, para visionarlo.

lunes, 23 de julio de 2012

TIEMPO Y GASOLINA III: El desenlace

Fotograma de vídeo utilizando una onda
electromagnética. Hugo Martínez-Tormo. 2009
Estimada B.,

Gracias por haber señalado este anuncio. 

He  transferido sus comentarios nuestro responsable marketing y rogamos disculpe toda ofensa recibida. 

También me han avisado que vamos a trabajar con el departamento creativo y nuestras agencias de traducciones para que, en el futuro, este tipo de mensajes no aparezcan más en nuestros productos.

Le agradecemos su atención y quedamos a su disposición para cualquier información. 

Atentamente, 
 
C. K. 
Customer Service Specialist 





Ésta ha sido exactamente la respuesta que he recibido esta misma mañana en la bandeja de entrada de mi correo electrónico. Sé que es estúpido, pero me siento mejor. Sé que el departamento creativo pasará del tema -o tal vez no-, pero aún así algo se resquebraja. Muy poco, casi nada, pero cierto temblor me recuerda de qué están hechos los cimientos. Pesan, pero la fuerza de la gravedad los atrae igual que a cualquier otra cosa. No sé si servirá de mucho, pero lo que sí que sé es que el monstruo que nos devora se alimenta de nuestro silencio. Cada cosa que queremos decir y no decimos, cada apunte que queremos subrayar y que callamos, cada detalle o cuestión somera que dejamos pasar, es una pequeña muerte nutritiva para el monstruo, para el ávido heteropatriarcado. Con la voz, no lo mataremos de golpe, pero lo haremos pasar hambre, eso es seguro.